Para Susana Rey Rodríguez y Mariana Rey Rodríguez Queridas hijas:
La profesión de ser madre/padre es quizá la más difícil, pero la recompensa es tan grande que no hay duda, todos lo volveríamos a hacer mil veces, con tal de volver a revivir instantes donde la felicidad no cupo en nuestro corazón y sólo con lágrimas pudimos vaciar ese amor infinito.
No importan los insomnios, ni sus travesuras o rabietas, porque realmente todo esto hace parte del tesoro que nos fue entregado con vosotras.
Susana cuando pude ver tu carita, sentí que tenía la hija perfecta, la que había soñado tantas veces. Y esos ojos negros que me buscaban en un mundo desconocido, me atraparon para el resto de mi vida.
Pude disfrutarte los primeros años, eras mi orgullo, mi nena preciosa, no me separaba de tí por nada.
Luego llegó el momento en que esperamos a tu hermanita, Mariana, que completó esa cadena de amor inmenso que nos tuvimos.
Me sentía tan plena, tan orgullosa de mis niñas, convencida de que eran las más bonitas del mundo, las más cariñosas…..en fin eran nuestras hijas.
Junto a tu padre intentamos hacerles felices.
Luego vinieron tiempos difíciles que no pude evitar que vivieran, como cuando perdimos a vuestro padre.
A pesar del inmenso dolor por tan grande pérdida, me preguntaba como protegerlas y a la vez enseñarles a descubrir el mundo en el que vivirían.
Pero siempre tuve a mi lado los mejores motores de mi vida, esas niñas que ocupaban todo mi tiempo libre, que me esperaban cada día a la vuelta del trabajo con sus sonrisas, sus disputas por ver quien me contaba primero sus cosas.
Me ilusionaban con sus nuevos descubrimientos, me sorprendían con sus juegos donde interactuaban personajes de lo más inverosímiles, ya fuere dentro de una caja de zapatos como con un radiocassette, donde tenían su propio programa radial inventado, o cuando incursionaron en las manualidades y hasta crearon su propio mercadillo del tejido al crochet y de abalorios con cuentas y piedras….
Fueron bien distintas.
Susana con su carácter disciplinado, algo tímida, siempre impoluta, no le gustaba ensuciarse, organizada, curiosa, ávida de conocimiento, rigurosamente cumplidora de sus obligaciones y de sus horarios de descanso, ejemplo en su clase por su comportamiento, celosa de sus bienes y algo testaruda en ocasiones, muy comprensiva conmigo y mi cansancio, tan paciente con su hermana pequeña que hasta le enseñó a leer antes que empezara la primaria.
La dulzura personificada, muy compañera, amiga de sus amigas, leal, siempre con la sonrisa que la caracteriza.
Decidida a realizar cambios, a innovar y a ser totalmente independiente. Firme en sus decisiones. Hoy es la profesora de infantil que soñó ser desde pequeña.
Mariana, cuando la tuve en mis brazos por primera vez y desde el momento que abrió sus ojos, no dejó de mirarme y mostrarme su alma en cada momento, imposible olvidar esa mirada tan profunda y llena de amor.
Cada vez que tenía que separarme de ella lograba que sintiera que se me desgarraba el corazón.
Siempre inquieta, avallasadora, extrovertida, cómplice, curiosa al extremo, tanto que no lograba que mantuviera sus prendas limpias, porque no dejaba rincón sin descubrir.
Capaz de preguntar las cosas más raras y ocurrentes.
Dispuesta en todo momento a ayudar en lo que fuera, siempre reclamando la atención total. Me esperaba despierta a altas horas de la noche para estudiar con ella.
Siempre fue la líder de su grupo, aportadora de ideas, trabajadora, con dotes de mando sin duda. Apasionada por lo que hace. Su coraje le abría puertas.
Hoy la Historia del Arte es su pasión.
Veo en ellas ejemplo de mujeres que pueden con todo, sí M-U-J-E-R-E-S con todas las letras. Siento orgullo como madre y como mujer :
Por haber acompañado, en su desarrollo, a dos niñas que aprendieron a superar cualquier dificultad
Que no descuidaron su formación a pesar de tener que trabajar para poder estudiar Que se sienten comprometidas con sus profesiones
Que son capaces de derribar muros para defender sus ideales
Que no han perdido a la niña de su interior
Decididas a ser felices
Dispuestas siempre a ayudar a los demás
Hijas mías:
Espero no haberles fallado, (ninguna trajo consigo manual de instrucciones), me gustaría tener el Don de viajar en el tiempo tiempo para corregir algunas cosas
Siempre he intentado enseñarles a volar, cuidando cada día esas alas para que crecieran vigorosas y así recorrer mundo solas o en compañía, como eligieran
Que no olviden nunca que son hermanas y siempre estará la una para la otra
Ha llegado la hora de disfrutar observando sus logros y celebrar cada objetivo cumplido
Todo ha pasado tan rápido…
Quiero que sepan el orgullo que siento de ser vuestra madre
Que detrás de esa mamá tan firme, cuando eran pequeñas, siempre existió una mujer que más de una vez, ha llorado a escondidas, después de castigarlas por alguna travesura..
Que más de una vez hubiera querido poder preguntarle a mi madre si lo estaba haciendo bien; pero ya no la tenía
Que los recuerdos más hermosos de mi vida están vinculados a vosotras.
Que estoy segura, a día de hoy, de que algo habré hecho bien, para tener la dicha de disfrutar de estas hijas maravillosas.
Quiero que sepan que siempre pueden contar conmigo
Que siempre estaré para vosotras, sólo digan: ¡mamá ven! y allí estaré física o mentalmente Mi corazón late porque el vuestro late.
Las amo con toda mi alma