A mi madre:
A Carmen «la Pamplonica» le gustaba llenarnos la vida con comida, cocina lenta pero llena de cariño. Siempre supo apañárselas para que no nos diéramos cuenta de cuándo había más y cuándo menos en casa. Con el tiempo pudo disfrutar un poco más de la vida y siempre recordaremos como despachaba a la gente del restaurante con una copa de vino blanco en la mano y su «¡Agur y punto!». Carmen siempre fue un ejemplo de generosidad, haciendo hijo a su sobrino y enseñándonos a luchar por ser felices en la vida a sus cuatro hombres de casa. Nunca podremos devolverte tanto mamá.