A mi abuela Juana Saez, por enseñarme que en la vida no hay que meterse en muchos precipicios, y por asegurarse de que estaba bien alimentada en épocas de exámenes haciéndome bizcochos de naranja.
A mi abuela Juana Saez, por enseñarme que en la vida no hay que meterse en muchos precipicios, y por asegurarse de que estaba bien alimentada en épocas de exámenes haciéndome bizcochos de naranja.