A mi abuela Juana, por cada plato de cocido de los viernes, por esos días haciendo masa y por las dañinadas que nos has consentido sin decir ni mu. Gracias por esos: “que maja, que alta y que guapa” que alegraban el día.
A mi abuela Juana, por cada plato de cocido de los viernes, por esos días haciendo masa y por las dañinadas que nos has consentido sin decir ni mu. Gracias por esos: “que maja, que alta y que guapa” que alegraban el día.