Quiero brindar por las mujeres que han luchado para conseguir lo que nosotros podemos disfrutar hoy. Por todas ellas y muy en especial, por las que a mí me han hecho aprender todas esas cosas que te ofrecen ellas, las mas cercanas
Brindo por mi abuela Eva “la confitera” Genoveva Simón, que según me siguen contando se recorría los pueblos en fiestas con su puesto de chucherías y caramelos, esa que se levantaba para ordeñar sus vacas y continuaba trabajando en el obrador haciendo sus pastas de azúcar, ciegas, bollos y mil otras delicias pasteleras. A esa mujer que con sus zapatillas recortadas para evitar dolores de pies, me ofrecía aquella nata de dos centímetros sobre una rebanada de pan recubierta de azúcar. Un brindis por ella, que tan pronto nos dejó, tan solo 6 años después de nacer la que escribe y que tantas cosas me hubiera gustado disfrutar de ella. Aprender de ella todos aquellos conocimientos, conocimientos de antaño que sus hijos aborrecieron y sus nietas tanto hemos deseado.
Brindo por mi Lala, mi abuela Norberta de Nicolás, que siempre con tanto cariño nos daba de merendar cuando llegamos de la escuela. Aquella que nos enseñaba a hacer jabón, o a matar con sal las babosas, cosas de niñas, je. Aquella que nos contaba las penurias que pasaron durante la guerra, las anécdotas de su Sra. en Madrid. La misma que escribía sobre el calendario anotaciones como recordatorio, siempre me acordaré de su dolor “berde”. Brindo por ella, que a sus 103 años nos dejó porque ya tocaba, siendo la mujer más fuerte y luchadora que creo, conoceré.
Y por supuesto brindo, por ella, por mi madre, Montse Martín, la mujer que me trajo al mundo y que me ha enseñado muchas cosas, cosas que quiero seguir aprendiendo junto a ella.
Brindo por todas ellas tías, primas y sobre todo por mis amigas, amigas hasta el infinito y más allá. Esas amigas que nunca fallan por muy lejos que estés o por muy arriba o abajo que te encuentres. Sin nombrar a ninguna, las nombro a todas.
Alzo mi copa y brindo por todas ellas. Chin chin!