Para Susana M. Saldívar (1922-1981)
Doy gracias por tener memoria, aún, por tener tantos recuerdos que me acercan a tí, trayéndote de vuelta, porque nunca voy a olvidarte.
Tengo tanto guardado de tí que solo le pido al universo que no me quite la memoria para que tú siempre estés en mí y vivas en mí.
Recuerdo que era muy pequeña cuando ya era de noche fuera y tú cosías y cosías en tu máquina a pedal mientras me entretenía jugando con los trozos de tela que caían al suelo, mientras tú tarareabas la letra del tango “Uno». Hasta me aprendí las primera estrofa “uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias…”
Recuerdo cuando decías “¡Ven Lily, mira como se hace esto!”, y esto era, desde colocar una baldosa nueva, hasta pintar un mueble, planchar una tela o redactar una carta….
Recuerdo cuando pretendías enseñarme bailando, algunos pasos de tango; pero a día de hoy te diré mamá, que el baile nunca fue lo mío…a pesar de tus esfuerzos.
Recuerdo cuando exigías que se respetaran los derechos de los niños, (que aún no se había n proclamado), cuando nos exigías a mi hermano y a mí que estudiemos, (cuando a tí ni siquiera te dieron la oportunidad de terminar la primaria), cuando practicabas hockey conmigo y me acompañabas a cada viaje con el equipo,( y tú nunca tuviste la posibilidad de practicar ningún deporte).
¡Fuiste una adelantada, para tu época!, defendías el lugar de cada mujer en la sociedad, tus palabras: “ una mujer tiene el derecho de hacer lo que le apetezca en las mismas condiciones de igualdad que los hombres…”
Recuerdo cuando una enfermedad se complicó y estuve casi 4 meses fuera de la escuela, perdí mi primer año de la secundaria, estaba tan triste, perdía a mis amigas, y creo que tú, aún más que yo, sobre todo por lo injusto de la situación. Fué entonces cuando me propusiste adelantar un año de secundaria aprobando exámenes libres al mismo tiempo que cursaba. Llegaste hasta el hasta el Ministerio de Educación para reclamar mi derecho a intentarlo.
Recuerdo que después de un largo y duro año de estudios, lo conseguí, mejor dicho lo conseguimos, porque ahí estabas tú, con tus pocos años de primaria resolviendo problemas de matemáticas y física conmigo, que me sonaban a Chino…y a tí; pero lo conseguimos juntas. ¡Creíste en mí!
Recuerdo cuando ibas a esperarme a la salida de mi primer trabajo, porque en invierno anochecía y temías siempre por mi integridad.
Hoy, aún hoy, pierdo una lágrima al recordarte, entre tristeza, dulzura y alegría por la memoria que aún tengo.
Quiero decirte que de tí aprendí:
A crecer sanamente
A pensar por mí misma
A investigar aquello que me interesara
A divertirme con las cosas más sencillas A creer en mí, a no dudar de mi potencial A aprender cada día algo nuevo
A intentar saber un poco de todo
A desarrollar muchas habilidades y a cultivar mi fuerza creativa
A defender mis derechos
A defender mis ideales por sobre todo
A no dejar que me discriminen
A ser libre y responsable
A elegir, aunque eso signifique perder
A trabajar duro
A luchar y cumplir con cada uno de mis objetivos
A perseguir mis sueños y también a ser realista
A intentar ser mejor ser humano cada día
A querer con el alma e incondicionalmente
A secarme las lágrimas y seguir adelante
A defender a mi familia de todo y contra todos
A arriesgar por alguien o por aquello en lo que creo
A ser yo misma en todo momento
A ser justo con los demás
A respetar a todas las personas sin condición de sexo, religión, cultura o ideas políticas A valorar a las personas por su esencia y no por sus pertenencias.
Después de tanto tiempo quiero agradecerte:
Todas las noches junto a mi cama cuando estaba enferma
Por aquellas noches despierta cuando salía de fiesta, hasta que escuchabas la llave en la puerta. Los silencios acompañando mis desencantos
Escucharme siempre, ante mis dudas y recelos
La fuerza para contener tus lágrimas y mostrarme que siempre se puede continuar, aún con el corazón roto.
Decirme esas palabras que no quería escuchar para indicarme el camino correcto
Tus palabras de aliento en momentos difíciles
Acompañar mis alegrías y celebrar mis triunfos
Hoy quiero contarte mamá: Que también he amado con el alma Que también he trabajado duro
Que también he procreado
Que también he luchado
Ya he superado la edad en la que tú falleciste
Y quiero que sepas que:
Cuando amé, te tuve de ejemplo.
Cuando fuí feliz, recordé tu sonrisa
Cuando eduqué, fuiste mi consejera desde allí donde estuvieras Cuando lloré, secaste mis lágrimas desde dentro
Cuando tuve que luchar, estabas en mi interior dándome fuerzas
Al envejecer siento orgullo de haber sido tu hija .
Pienso que tú, la modista con apenas estudios de primaria, tenía visión de futuro.
Fuiste una inconformista y luchaste por nuestros derechos, sembrando en mí a esta mujer rebelde ante las injusticias de una sociedad que aún cree que el mundo es solo para los hombres. ¡Pues no, señores!, aquí estamos y permaneceremos para defender la igualdad entre todos. Tu hija, Susana, Lily.